[Análisis] Minabo para Nintendo Switch
¡Pásatelo en grande con Minabo!
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Al fin ha llegado el día, hoy venimos por fin a hablaros de Minabo después de varias horas a los mandos. Sí, lo vamos a decir: este juego español ha estado en boca de todos. Y no es para menos, ya que se ha convertido en toda una maravilla social gracias a su peculiar concepto. Así, después de nuestra entrevista con sus creadores, venimos a contaros cómo es el juego detrás del fenómeno.
Minabo se va de aventura
Nada más comenzar con Minabo, nos encontramos con dos modos de juego. Por una parte, tendremos el modo Misiones. El juego contiene unas 25 misiones en total, cada una con tres objetivos a cumplir a lo largo de la vida de nuestro nabo. Estas misiones sirven también a modo de tutorial, ya que en cada una de ellas se nos van enseñando nuevos aspectos del juego, como la posibilidad de adoptar mascotas, tener retoños, conseguir sombreros o incluso de tener que lidiar con la peligrosa Topota. Una vez hayamos completado las primeras cinco misiones, se dará por hecho que conocemos los fundamentos del título, y desbloquearemos el modo Vida Libre, donde podremos hacer que nuestro nabo campe a sus anchas sin un objetivo determinado de por sí. Simplemente, para matar el rato. Hablando de matar, cuando nuestro nabo sufra una triste muerte, se nos mostrará una lápida que resumirá toda su vida de forma ciertamente simpática.
La jugabilidad de Minabo en cierto modo, es bastante simple. Nuestro nabo brotará de la tierra, le pondremos el nombre que queramos y empezará sus andanzas por la vida. Para hacer que Minabo camine, tendremos que machacarlo de lo lindo. O mejor dicho, machacar el botón que lo hará, primero gatear, y luego andar o incluso ir corriendo. Así como ocurre en la vida misma, no podremos ir dando marcha atrás, y tendremos que ir siempre hacia adelante, viendo cómo pasan las estaciones mientras hacemos amigos, enemigos o incluso amantes con los que casarnos (siempre que no sean de nuestra familia nabo, que sería muy raro…).
Detrás de Minabo se esconde una idea muy interesante, y es la de intentar ser una especie de metáfora de la vida en la que nosotros somos un nabo, y las relaciones que tenemos (las cuales se van estrechando o debilitando según nuestras elecciones) son aquellos que nos rodean. Nos encontraremos con nabos de todo tipo, con adversidades y con regalos inesperados que nos ayudarán por el camino. Cada partida será impredecible, así como lo es el destino. No obstante, hay cosas que no nos han terminado de gustar en la ejecución del conjunto.
Ante todo, hemos sentido que las partidas se han hecho algo repetitivas a la larga. Si bien se van introduciendo nuevos elementos de forma gradual, como os indicamos antes, el proceso de vivir toda la vida de nuestro nabo puede hacerse algo tedioso, y las opciones de interacción a nuestro alcance se quedan algo cortas para mantenernos entretenidos. Al seleccionar a un nabo (o a una mascota, u otro personaje con el que interactuar) no podremos entablar conversaciones con ellos al uso. Se nos presentarán tres opciones a elegir, cada una relacionada con uno de nuestros atributos (contacto físico, intimidad y pertenencia). Si al realizar la acción entramos dentro del margen verde, ese atributo subirá y su relación con el personaje se estrechará. En el caso contrario, bajará y nuestra relación con ese nabo en concreto también será más distante. Ante estos acontecimientos, podremos reaccionar también de tres formas distintas, lo cual también afectará al estado de nuestro nabo.
Aunque en Minabo tengamos objetivos marcados por misiones, casi siempre será indispensable vivir lo suficiente como para ser un nabo arrugado y decrépito. Sin embargo, llegar a ser viejo en el juego no es una tarea tan sencilla. En todo momento tendremos una barra de esperanza de vida que irá disminuyendo de forma gradual, y que podremos manipular mediante el estado de nuestros otros atributos (que también se van gastando de forma paulatina) o a objetos que nos encontremos por el suelo que, si bien podrán aumentar nuestra esperanza vida, también podrán reducirla de un soplo.
¡Haz con tu nabo lo que quieras!
Una de las cosas que más nos han gustado de Minabo es, sin lugar a duda, su bonito apartado audiovisual. El diseño de los distintos nabos (y las referencias que se esconden tras sus nombres), los coloridos fondos y una banda sonora que da la talla nos parece que crean un conjunto bastante agradable y vistoso en su justa medida. Además, hay un buen factor coleccionable en el tema de los sombreros. En muchas partidas, encontraremos a personajes con sombreros que podremos hacer nuestros (y posteriormente desbloquear para futuras partidas) si les ganamos al piedra, papel o tijeras. Cada sombrero luce distinto, y además de haber algunos ridículamente divertidos, todos tienen sus propios efectos en nuestro nabo, lo cual hará de la partida algo más sencillo o complicado al gusto de cada jugador.
Desde luego, hay muchas buenas ideas en Minabo, así que lamentamos un poco que la ejecución de algunas de ellas no sea tan buena. Con todo, sigue siendo un buen trabajo de Devilish Games, un equipo que se nota que ha puesto todo su empeño en crear una experiencia que, si bien no creemos que esté hecha para ser disfrutada por todo el mundo, sí que aporta una interesante metáfora para representar nuestras propias vidas. Así como pasa con nuestro nabo en el juego, de aquí solo se puede crecer hasta alcanzar el cielo.
Minabo ya se encuentra disponible en formato digital para Nintendo Switch y otras plataformas. Sin duda, es un juego muy experimental, ¡pero con mucho amor dentro de él!