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[Mini-Análisis] Cupid Parasite para Nintendo Switch

¿Conseguirás enamorarte?

El segundo mini análisis de la página lo dedicamos a un género que no suele recibir demasiada atención por parte de la prensa especializada, pero que está lleno de joyas. Hoy venimos a hablaros de Cupid Parasite, la última de ellas, un juego en el que encarnaremos a la Diosa del amor para demostrar que el romanticismo va más allá de flechas y eventos fortuitos. ¿Seremos capaces de encontrar a nuestra media naranja?

Nuestra historia nos llevará a encarnar a Lynette Mirror (cuyo nombre podremos decidir nosotros), la mismísima Cupido, que viviendo en Celestia, decide bajar al mundo de los humanos para convencer a su padre de que los mortales no necesitan de intervención divina para enamorarse. Allí se une a la Cupid Corporation, una compañía que le encomienda una misión: conseguir casar a los chicos conocidos como el grupo de los cinco Parásitos. Cinco hombres con problemas que les impiden disfrutar del amor. Un par de ellos son por ejemplo Gill Lovecraft, que no supera un amor pasado o Monsier Esse, que prefiere el trabajo antes que el amor, junto a otros tres que os invitamos a descubrir por vosotros mismos si queréis haceros con el juego.

La primera vez que jugamos a Cupid Parasite se introduce una mecánica bastante innovadora: el cuestionario. Nos someterán a una serie de catorce preguntas de «sí» o «no» donde se definirá qué ruta tomaremos en la aventura. A partir de nuestra segunda partida (New Game+), podremos saltarnos este proceso e ir directamente a la ruta que prefiramos. En cada ruta, tendremos que elegir las respuestas correctas con cada chico para subir nuestra afinidad con él y descubrir su final verdadero. Como ayuda para ello tendremos una serie de animaciones denominadas Love Surge que podremos desactivar en el menú para aumentar la dificultad. Por último, en el juego contamos con un diagrama de flujo para poder avanzar y retroceder en la historia como queramos, facilitando el acceso a otras rutas y paliando los errores que cometamos para contentar al chico que más nos guste.

El punto de Cupid Parasite que más nos ha enamorado ha sido su apartado artístico, muy colorido y único, con una interfaz la mar de bien elaborada y un diseño de personajes vivo y divertido. Sumado a eso, el apartado sonoro también está bastante bien, con un doblaje más que aceptable y una banda sonora que acompaña a la ocasión. A eso también tenemos que sumarle pequeños detalles, como la posibilidad de cambiar la fuente del texto, algo poco común de ver en novelas visuales.

Como puntos negativos, señalaría sobre todo algunos problemas técnicos que me he encontrado en la partida (como que al acceder al registro, a veces, se cierre el juego), así como problemas de traducción en ciertas rutas, con diálogos que se salen de la pantalla o que han quedado sin localizar al inglés. Sin embargo, la compañía ha prometido un parche que arreglará estos problemas en el futuro, así que tampoco es algo de lo que preocuparnos demasiado.

En resumidas cuentas, Cupid Parasite es un juego otome muy sólido, con personajes encantadores, una bonita historia, alguna que otra mecánica que aporta algo fresco y, ante todo, un apartado visual con mucho buen gusto. Por eso, si os gusta el género, os podemos afirmar sin temor a equivocarnos que es uno de los juegos más disfrutables de este año, tal vez, solo estando superado por Olympia Soirée y Bustafellows.

Cupid Parasite está disponible tanto en formato físico como en digital a un precio de 49,99 euros, ocupando un espacio de 6106,00 MB y estando localizado a un perfecto inglés, con voces en japonés.

8.8

[Mini-Análisis] Cupid Parasite para Nintendo Switch

Puntuación Nintenderos: Muy recomendado

  • Historia:
  • Jugabilidad:
  • Gráficos:
  • Sonido:
  • Duración:
  • Multijugador:
Destaca en:
  • Un apartado artístico lleno de estilo y color.
  • Una comedia romántica muy divertida.
  • Distintas rutas muy bien elaboradas.
Flojea en:
  • Algunos aspectos del juego cuentan con problemas técnicos.
  • El tipo de humor puede no terminar de encajar con todos los lectores.