[Análisis] Untitled Goose Game para Nintendo Switch

Análisis Análisis Switch Nintendo Switch

[Análisis] Untitled Goose Game para Nintendo Switch

Comencemos este análisis de un juego peculiar de manera peculiar: con un listado. Los animales que molestan la cotidianidad de los humanos se pueden agrupar de la siguiente manera:

  • Dañinos minúsculos: abejas, mosquitos, escorpiones. Son aquellos que encuentran placer en dejar marcas en las pieles humanas.
  • Dañinos grandes: gatos asilvestrados, perros rabiosos. Son aquellos que ante una amenaza se llenan de inquina para dañar y amedrentar a los gigantescos homínidos que pretenden acariciarlos.

  • Aves estúpidas: gallinas, palomas. Vaya que si molestan. Las primeras se comen todo lo que hay en tu huerto; las segundas, peor. Cuando no se te cagan encima en medio de un paseo por la avenida de tu ciudad, han anidado en tu balcón para llenarlo de heces, huevos y plumas, dejándolo todo nauseabundo.
  • Aves pillas: gaviotas, gansos. Las primeras, a diferencia de las gaviotas, trazan un plan medianamente inteligente para molestar a los humanos. Están al acecho en el puesto donde compras haring, se lo zampan de tu mano y luego se te cagan encima para recordártelo.

Sobre los gansos, hablaremos en el resto del análisis. Bueno, sobre la molesta oca a la que ni se han molestado en encontrarle un nombre.

Molestar es divertido

¿Sabías que los gansos son un animal que, en grupo, puede ser muy peligroso? Además, hay mucha gente que les tiene miedo, como descubrieron los creadores de Untitled Goose Game después de lanzar el título. Pues esta cualidad no se resalta en el título de House House, sino que se pinta al ánsar como un animal puñetero que tiene en vilo a todo el vecindario de un aparentemente tranquilo pueblo de estilo inglés.

El caso es que el objetivo de nuestra perturbada oca es molestar. Molestarlos a todos. El juego sorprende a los jugadores de dos maneras: 1) nos da el control sobre ella y 2) otorga una lista de tareas que obedecen al dictamen de un dios maligno que siente asco sobre la especie humana. Entre otras cosas menos crueles, una de las labores a realizar en la lista es hacer que un niño con gafas se moje en un charco. Es especialmente cruel cuando descubres que el cuatro ojos debe tropezar con los cordones de sus zapatos, descordados por la oca, después de haberle robado las gafas y asustado con un graznido -¡On, on! cerca del charco en medio de la calle para que tropiece, se desequilibre y al agua, gansos. Y, por supuesto, esta especie de dios habita en nuestro interior, porque no conozco a nadie a quien haya enseñado el juego que, realizando esta acción inmisericorde, no se haya reído con un torrente de carcajadas del pobre chaval.

Además, la manera de realizar las acciones malévolas es de lo más creativa. El pobre ganso cuenta con tres tristes acciones a realizar: graznar, aletear o llevarse objetos con el pico. A partir de ahí, nosotros como jugadores debemos ser capaces de comprender el entorno y deducir cómo un ganso puede chafar el día a los individuos del eslabón superior a su especie en la cadena trófica. Como juego de puzles, cumple de maravilla.

Vamos a terminar este apartado destacando un par de ejemplos más de lo divertido que es molestar:

  • El ganso debe hacer que alguien compre sus propias cosas en un rastro en la calle mayor del pueblo. Sigilosamente, debe robarle algo a cualquiera de las dos personas que están en la zona -el niño de las gafas, por ejemplo-, ponerlo en el mostrador, esperar a que la vendedora lo etiquete, esperar a que la persona robada vaya a reclamarlo y, voilà, ver como tu deducción era acertada: la vendedora le exigirá dinero como si el artículo hubiera estado a la venta desde el principio. ¿Acaso no es desternillante?
  • Otra. Hacer que el hombre mayor caiga al suelo. En un bar hay un anciano que alterna entre jugar a acertar aros en un palo o hacer diana con unos dardos. La diversión no sabe de edades. De vez en cuando, debido a su edad provecta, tiene que sentarse en una silla. Es en ese momento, en el ademán del hombre al querer sentarse, cuando debemos acercar el ganso lentamente por su espalda y… ¡moverle la silla al viejo! Es decir, hacer la broma más pesada que hicimos en el colegio.

Dibujado y animado con absoluta brillantez

Otro de los aspectos más destacados de este juego es el apartado técnico. Si lo ha pegado tan fuerte en ventas y en viralidad virtual, acaparando la atención de los usuarios de internet de todo el mundo, es porque luce increíblemente bien a nivel visual.

¿Cuál ha sido la clave del estilo artístico? Sin duda, la capacidad de evocar la figura de alguien pillo en el personaje del ganso. La personalidad del ave como alguien que se divierte volviendo loco a los humanos está perfectamente lograda a través de las animaciones, los efectos de sonido del ganso y sus físicas. Acompañan perfectamente el sistema de juego explicado en el apartado anterior. Pero, lo mejor es que también los pobres humanos, víctimas de nuestra inocua pillería, están divertidísimamente animados y diseñados. En otros términos: todo el armazón estético trabaja para conseguir que la sensación de burlería funcione a las mil maravillas.

Y todavía hay más. Con la finalidad de generar gracia y hacer una sátira aún mayor, invade los oídos de los pueblerinos y del propio jugador una banda sonora alegre y tranquila, hecha a piano, que rompe hacia al dramatismo en momentos clave cuando el ganso debe escapar de los humanos cuando lo pillan haciendo fechorías. La banda sonora está pensada para ser un acompañamiento adecuado a la tensión narrativa de lo que ves en pantalla, al estilo como haría allá en los años 20 el pianista del cine acompañando la proyección de una película muda. Y es que no puede ser más acertada la decisión: las comedias de aquel cine pasado -incluso posterior- usaban la música para acompañar los sentimientos del espectador. Pongo más ejemplos: pienso en Tom y Jerry. Nuestro ganso es Jerry y el piano se acelera cuando el gato al que más deseamos molestar nos persigue. Es genial.

Conclusión

La historia del gato y el ratón se actualiza de manera brillante en Untitled Goose Game. Como en Tom y Jerry, aquí el animal a priori débil se lleva el gato al agua, nunca mejor dicho. Quienes jueguen al conocido como Juego del ganso se lo pasarán como niños rompiendo la paz a los pobres habitantes que habitan un apacible pueblo de estilo anglosajón. La pega, se hace corto para lo bueno que es.

El estudio detrás de este juego, House House, ha recibido numerosas nominaciones en premios de juegos, incluso en The Game Awards, y ha sido por méritos propios: han usado sabiamente los recursos de los que dispone el medio de los videojuegos (jugabilidad, animaciones, música) para generar un ambiente perfecto para ejecutar la idea que tenían planeada. Un bravo para ellos.

Untitled Goose Game está disponible en la eShop de Nintendo Switch por 19,99 €. Textos en castellano. Tamaño, 1 GB, aproximadamente.

9.0

[Análisis] Untitled Goose Game para Nintendo Switch

Puntuación Nintenderos: Imprescindible

  • Historia:
  • Jugabilidad:
  • Gráficos:
  • Sonido:
  • Duración:
  • Multijugador:
Destaca en:
  • La originalidad de la propuesta y su perfecta ejecución.
  • No poder parar de reír con las animaciones, la resolución de las tareas y el hecho de estar controlando a una oca.
  • Sorprendente sandbox con momentos de sigilo y puzle memorables.
  • Buena IA.
Flojea en:
  • La primera partida acaba justo cuando más conectado estás con el juego y menos quieres que termine.
  • Suele haber un único camino para hacer las tareas.