[Análisis] Blossom Tales: The Sleeping King

Análisis Análisis Switch Nintendo Switch

[Análisis] Blossom Tales: The Sleeping King

Castle Pixel nos ha traído una propuesta que ya vimos reflejada en PC y con un ambiente sospechosamente parecido a los juegos de la saga Zelda. Voy a tratar en primer lugar para poneros en contexto, con su origen, luego pasare a analizar aspectos como el argumento, jugabilidad, controles, dificultad y finalmente una valoración crítica en base a mi experiencia como jugador. Venga, vamos allá.

Primeramente, Blossom Tales trató de financiarse a través de crowfunding en Kickstarter con objetivo de llegar a los 45.000$, cosa que no fue posible, ya que tan sólo recaudó 20.000$. Antes de que el proyecto fracasase, en 2014 la desarrolladora FDG Entertainment dió luz verde al proyecto. Este hecho ha dejado una marca grande en el juego, ya que de haber recaudado dicha cantidad en un principio, podríamos haber disfrutado de un modo multijugador. Actualmente podemos disfrutarlo en PC y en nuestra Nintendo Switch, cuya salida fue el pasado mes de diciembre.

En cuanto al argumento, se trata de un juego aventura-puzzle que rememora los clásicos Zelda de 16 bits como Oracle of Seasons, A Link to the past o el Minish Cup. En éste, nos movemos en un mundo fantástico enorme, plagado de criaturas de todo tipo: desde ladrones que nos atacarán de forma furtiva, hasta árboles malditos que tratarán de lanzarnos a distancia sus raíces.

Aquí, somos la nueva caballera del reino de Blossom y tendremos que salvar de una maldición durmiente a su rey. El conflicto de la historia se desarrolla al poco de empezar la aventura y no menos de eso, se le atribuye al juego una estructura clásica de aquellos cuentos fantásticos de hadas, donde las figuras de Héroe y villano se manifiestan de forma clara. Lo interesante no es la propia historia, sino el cómo se nos cuenta al jugador, y es a través del arquetipo de un narrador omnisciente, el cual se podemos ver en un abuelo que le cuenta a sus nietos la historia de Lillie y su periplo hasta salvar al rey de la maldición impuesta por su hermano, y es que en ocasiones, tendréis que poneros en la piel de sus nietos y e interactuar en determinadas ocasiones como si se tratara de una novela gráfica. Además, este narrador se manifiesta constantemente en la historia, como cuando morimos, que trata inventarse la excusa del fracaso de Lillie a sus nietos.

Si pasamos a comentar la jugabilidad, vemos que la mecánica es bastante sencilla. Tenemos que tratar de superar mazmorras con sus respectivos jefes para ir consiguiendo ingredientes que nos ayudarán a despertar al bello durmiente, eso sí: nos podremos mover libremente por todo el reino, en un mapeado colosal, donde muchas veces, la curiosidad nos llevará a visitar nuevos lugares y conseguir objetos ocultos que pueden llegar a ser útiles en la aventura. Y no te preocupes por la limitación de objetos, aquí a diferencia de su alter-ego Zelda, la barra de magia tendrá más protagonismo: puedes usar por ejemplo, tantas bombas o flechas como desees, eso sí, no seas cafre y espera que la barra de magia se vuelva a llenar cuando se vacíe. Tened en cuenta también que los puzzles van a estar presente en todo momento, especialmente cuando tratéis de superar mazmorras. Además, el enemigo que alberga al final de ésta, no basta con pegarle como un loco, ¿Recordáis los enemigos que habían en las mazmorras de los Zelda clásicos? En este juego vais a tener también que encontrar alguna forma de noquear al jefe para después golpearlo, pero ojo, con una dificultad mayor que el resto de enemigos.

El sistema de movimiento que utiliza el juego se basa en mover al personaje por medio de baldosas, por ello como todo retro, os recomiendo jugarlo con cruceta. Os advierto de que si lo hacéis con joysticks, vais a tener alguna que otra dificultad en el manejo. En cuanto al resto de controles, he tenido algunos problemas al principio tratando de habituarme, pero es algo que al poco os acostumbraréis. Tened en cuenta que sólo podréis llevar un máximo de tres objetos y asignarlos a los botones A, X y B; sistema que ha heredado de los clásicos Zelda.

En cuanto al apartado técnico, Castle Pixel ha hecho un excelente trabajo con el mapeado, a parte de las diez horas que os llevará pasaros la historia del juego, reitero que el reino de Blossom contiene muchos secretos y lugares que seguramente pasaréis por alto y creerme que valen la pena visitarlos. Cabe mencionar que Castle Pixel no ha escatimado mucho en cuanto a la implementación de los textos en castellano, ya que es bastante floja, y en muchas ocasiones os costará entender el sentido de las frases. Realmente he dudado bastante si se trata de un idioma en castellano o en latino por ello, os recomiendo que lo juguéis en inglés.

A pesar de todo esto, el juego engancha desde el primer momento, al salir al mundo exterior, os lo querréis comer entero. No vais a tener al típico moñas que os bloqueará algunos caminos. Este juego podría decir que es un calco de los clásicos Zelda, pero me parece que lo grande de este título no es su apartado estético en sí, sino su diseño narrativo. Se trata de una mezcla de cuentos de hadas más lo mejor de los Zelda. Por ello, si lo jugáis, cosa que no os arrepentiréis, os aconsejo que lo disfrutéis poco a poco y no tengáis ansia de querer avanzar en la historia. Sed curiosos y si veis una muesca en una pared, no os cortéis y tirad una bomba, que a lo mejor os lleváis alguna sorpresa. En definitiva, con este juego queda demostrado que una gran mundo cabe en un juego estilo retro. Una gozada en mayúsculas.

7.5

[Análisis] Blossom Tales: The Sleeping King

Puntuación Nintenderos: Recomendado

  • Historia:
  • Jugabilidad:
  • Gráficos:
  • Sonido:
  • Duración:
  • Multijugador:
Destaca en:
  • Argumento original con posibilidad de interacción.
  • Mapeado enorme.
  • Sensación de libertad .
Flojea en:
  • Pésima implementación de textos al castellano.
  • Apartado estético parecido a los juegos de la saga Zelda, poco original en este sentido.
  • Melodías un tanto repetitivas.
  • Escasa duración.