Erase una vez una patata frita color arcoiris cubierta con átomos de mercurio ensangrentado del restaurante flotante Baratie, muy caro. Su dueño se pajeó pensando en sus hamburguesas con petroleo cuando repentinamente apareció Carmen de Mairena y dijo querer un salmón ahumado acompañado de malas amistades, palabras que hirieron la sensibilidad de