[Opinión] ‘Pokémon’ y la dificultad

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[Opinión] ‘Pokémon’ y la dificultad

A falta de unos días para el estreno de Pokémon Sol y Luna, no he podido evitar echar la vista atrás y rememorar algunas de sus anteriores aventuras y volver a sumergirme en este mundo que nos ha acompañado a tantos desde tan pequeños.

He revisitado las antigua región de Johto y la más reciente Kalos y, aunque ambas cuentan con distintas mecánicas entre combates, número de criaturas y demás, conservan su encanto personal. Pero tras estos viajes hay algo que siempre me ha resultado bastante chocante: la dificultad.

Seamos francos, Pokémon nunca ha sido una saga conocida por la dureza de sus desafíos. “¡Es una aventura para todo el mundo! No tienes por que estresarte, ¡ve y diviértete con todo el mundo!”. Pero, ¿la situación no debería exigirnos algo más? Antes de empezar quiero dejar clara una cosa: no estoy diciendo que los juegos necesiten ser un desafío para valer la pena. Una vez dicho esto, vamos allá.

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Empezamos nuestra aventura en el mundo Pokémon, elegimos a nuestra criatura inicial y salimos en busca de aventuras y, mira qué casualidad, resulta que existen ocho gimnasios que, una vez superados nos permiten participar en la Liga Pokémon y demostrar que somos el mejor.

Eso estaba bien en su época, servía para presentarnos poco a poco los tipos de Pokémon, aprender a contrarrestarlos y al final debíamos  aplicar todo lo que habíamos aprendido para derrotar al Alto Mando. Era genial… en la región de Kanto, durante la primera generación, y puede que en la segunda. En Pokémon X e Y no percibí esa sensación de mejora, de superar los retos y de esforzarme para, quizá, conseguir ser el mejor.

¡Por supuesto que soy el mejor de Kalos! Soy el único chaval de la región a quien le han dado un Greninja y un mega Charizard. Con tantos recursos los gimnasios y el Alto Mando ya no eran una oportunidad para aprender y luchar por el título, en muchos casos se convertían en batallas de voluntad donde yo ganaba por que poseía Pokémon únicos y poderosísimos a esas alturas del juego, sin mencionar que, antes de la Liga de Kalos podíamos capturar al legendario de turno.

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Dejando de lado las facilidades que nos dan en las últimas entregas, creo que Pokémon siempre ha necesitado un cambio de dificultad o de situación. De nuevo, no significa que más dificultad sea mejor, pero la situación lo requiere. Pensémoslo por un momento: estamos viajando por todo el país, desafiando a los mejores entrenadores en cada gimnasio, mientras luchamos contra una organización terrorista y al final todo se limita a usar a nuestro mejor Pokémon, si puede ser del tipo más efectivo, para derrotar a los del adversario. No debería resultar tan sencillo, sobre todo en las entregas modernas.

Se ha encasillado a la dificultad como un adorno al que pueden acceder los más atrevidos pero es mucho más que eso. La dificultad es un medio, no un fin, y Pokémon podría usarla para transmitir el sentimiento de desafío y el proceso en que consiste llegar a ser el mejor. Los líderes de gimnasio, por ejemplo, podrían tener patrones menos previsibles con Pókemon que puedan sugerir estrategias más complejas como envenenar a nuestro equipo, o que el equipo enemigo disponga de un abanico más amplio de criaturas.

Uno de mis ejemplos favoritos para enriquecer Pokémon proviene de su comunidad: se trata del desafío Nuzlocke. Es un reto del más interesante y sin necesidad de cambiar la dificultad del juego con hacks ni nada parecido. El planteamiento es simple: llegar hasta la Liga Pokémon y completarla con un par de condiciones, solo podemos capturar al primer Pokémon de cada ruta y cuando debilitan a un miembro de nuestro equipo se interpreta que muere. Con unos retoques tan simples, Pokémon cobra una nueva dimensión, es perfectamente posible llegar a la Liga pero tus criaturas pasan a ser compañeros en vez de herramientas y como te los has encontrado por casualidad aprendes a apreciar sus puntos fuertes pero, te guste o no, en algún momento habrá que hacer sacrificios y los que empezaron el viaje puede no sean los que lo terminen.

Por supuesto Pokémon no derivará a esto dada a su naturaleza amigable, pero es un buen ejemplo que enseña cómo se puede transmitir la dureza del desafío sin necesidad de un cambio de dificultad clásico. Ahora solo nos queda probar Pokémon Sol y Luna y comprobar si la ausencia de los gimnasios nos quita ese peso tan ligero que supone llegar a ser el mejor, el mejor que habrá jamás.