Cara o Cruz #29: ¿Se merece The Legend of Zelda: Breath of the Wild una puntuación perfecta?

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Cara o Cruz #29: ¿Se merece The Legend of Zelda: Breath of the Wild una puntuación perfecta?

La última entrega de la saga The Legend of Zelda parece haber encandilado a la prensa de todo el mundo. Hacía mucho tiempo que un juego no recibía tan altas valoraciones y, aunque a algunos no les puedan gustar las notas en los videojuegos, no podemos olvidar que son meras opiniones personales del analista, con lo que no se deberían de tomar como la verdad absoluta, sino como una recomendación del redactor.

No obstante, y dada la importancia que reciben las notas en la opinión del consumidor, muchas personas se han comprado el videojuego y no creen que sea un juego perfecto. Normalmente se acude al aspecto técnico para remarcar que esta entrega no debería merecerse el 10.

En la otra cara de la moneda se sitúan los fieles defensores de la nota perfecta, porque ya sea por su estilo artístico, la grandiosidad de su mundo o el cómo te absorbe el videojuego, creen que The Legend of Zelda: Breath of the Wild marcará un antes y un después en la concepción que tiene la industria como un juego de mundo abierto.

La moneda ha empezado a rodar… ¿Se merece The Legend of Zelda: Breath of the Wild la nota perfecta?

Duele admitir que hay un pero

Por Xavier Solé

Llevo muchas horas. No las he contado, pero sé que son muchas. The Legend of Zelda: Breath of the Wild te atrapa y no te suelta. El juego en sí es la definición del mundo abierto. ¡La boca me ha dejado abierta! Es un 10.

O no. Tiene un pero. Me duele admitirlo, porque es el juego más grande que ha creado Nintendo. Pero hay un pero en esta joya. Dentro de la inmensidad que hay recreada en el título y el gran trabajo de dirección que hay detrás, hay una mancha cuyo nombre es compuesto: cuestiones técnicas.

No soy de los que tiene una piel tan fina que un tirón de fps le provoca una erupción cutánea. Sin embargo, Breath of the Wild tiene muchos de estos tirones y algunos –Montaña de la muerte, combates entre muchos enemigos- paralizan el juego por completo hasta un segundo. Este problema hay que apuntarlo, aunque si solo fuera por esto el título seguiría siendo de 10.

A las caídas de frames que, como ya he dicho, tienen un pase, hay que sumar el verdadero motivo técnico por el cual el juego no se merece una valoración perfecta. El motivo es el popping (aparición abrupta de objetos que no se cargan a distancia). El juego está pensado para que el jugador tome sus estrategias tanto de combate como de exploración desde la distancia, sintiéndose verdaderamente el héroe de un mundo virtual genial. No obstante, las limitaciones técnicas del hardware para el que ha salido Breath of the Wild convierten al juego en un cuerpo vulnerable a la infección del popping. Esto se traduce en enemigos que aparecen cuando menos lo esperas, paisajes desnudos que observar a distancia y más detalles que molestan.

Esto, pese al dolor me produce decirlo, nos impide valorarlo como un juego perfecto (aunque el mejor que he jugado en mi vida).

Una obra maestra se mire por donde se mire

Por Furnier

The Legend of Zelda es una de las sagas más famosas y carismáticas de la industria del ocio interactivo. Hace poco cumplió 30 años y esa madurez hace que cada vez sea más y más complicado innovar en cada título y aportar algo nuevo al jugador sin dejar de lado la esencia que caracteriza a la franquicia.

Es indudable que a Nintendo se le da bien eso de probar cosas nuevas, quedarse con las cosas que funcionan y volver a reinventarse. Eso se plantearon el equipo de EAD,  que estos días nos han presentado unos clips de vídeo en cómo fue el desarrollo de Breath of the Wild. El juego innova en muchas cosas, sobre todo en aportar una viveza nunca vista en un mundo tan extenso. Casi que se puede afirmar que es una lección de cómo debe de ser un juego de mundo abierto o sandbox, que hasta ahora, ese término, casi que se había convertido en una metáfora en sí mismo. Juegos como Assasin´s Creed o GTA sólo optan por llenarnos los mapas con misiones insignificantes para que el jugador nunca se aburra.

Como bien dije antes, Breath of the Wild ofrece una lección magistral de cómo cambiar esa fórmula, donde el mundo es un mundo lleno de vida, donde no hay un punto A donde terminar, sino más bien, cada jugador tendrá una experiencia personal y diferente en un mundo tan extenso como bello. Para mi es una maravilla poder mirar en el horizonte y saber que no tengo ninguna barrera imaginaria ni nada que me impida subir montañas, nadar ríos o ir a donde realmente me plazca. De hecho, el castillo de Hyrule, última mazmorra por así decirlo, es visible prácticamente desde cualquier punto del mapa, convirtiéndose casi en un reclamo para ir allí y buscar el enfrentamiento con Ganon en cualquier momento.

Pero el equipo de EAD no sólo ha construído un mundo en el que el jugador elige qué hacer en todo momento, sino que ha encontrado una manera increíble de que en ningún momento te encuentres atascado o aburrido. Si a eso le sumamos unos paisajes maravillosamente recreados, el doblaje en varios idiomas incluídos en el cartucho y la posibilidad casi infinita que tiene el jugador para sortear los obstáculos combinando los items que tiene a mano, cómo el fuego, el viento y utilizar el entorno en su provecho, hacen del juego una absoluta maravilla.

A todo esto le podemos sumar también las misiones secundarias, variadas y entretenidas, el sistema de combate, completamente renovado, complejo pero sencillo de comprender para el jugador o la elección de la música, hacen de Breath of the Wild un título que marcará tanto como lo hizo Ocarina of time tanto al mundo de Hyrule como a la industria en general. Nintendo lo ha vuelto a hacer, algo que parecía impensable, pero ha traspasado sus límites, olvidando algunas claves de la saga, como pueden ser las estructuras de las mazmorras, brújula, mapa, llave maestra, etc,… para reescribirse y crear algo nuevo y muy interesante. Sin duda, uno de los juegos más importantes de la última década y una obra maestra se mire por donde se mire.

¡Vota según tu criterio!

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