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[Artículo] La Game Boy que cambió una vida

Puede que hayáis entrado en esta noticia porque el título haya captado vuestra atención. También puede ser que os haya parecido una auténtica tontería y que queráis ver qué clase de cuento os voy a contar aquí. Sí, en efecto, hoy os traigo una historia personal. La historia de cómo una Game Boy Color fue la primera piedra para forjar muchos de los grandes momentos que me han acompañado hasta ahora.

Sí, puede que me esté poniendo demasiado filosófico, pero a veces es bueno echar la vista atrás y contemplar ese momento pasado que determinó nuestro presente.

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Nunca me olvidaré de aquel día. Tenía cinco años y acababa de terminar de cenar. Estaba en el sofá, supongo que viendo alguna cosa en la tele apoyado encima de mi madre, cuando mi padre entró por la puerta. En sus manos había algo que llevaba mucho tiempo pidiendo, pero que había llegado a pensar que nunca me comprarían: ¡una Game Boy Color! ¡Cómo la que tenían mis amigos para jugar a Pokémon Rojo, Pokémon Azul y Pokémon Amarillo. ¿Era para mí?

Era imposible que fuese consciente en aquel momento de todo lo que se iba a desatar a partir de ese momento. Allí solo me importaba el que me dejasen pasarme toda la noche atrapando a mis primeros compañeros de aventuras e investigando el Bosque Verde al lado de mi Pikachu, pero fue el primer paso que me hizo enamorarme de los videojuegos, el primer momento que marcó el presente.

Desde ese día los videojuegos se convirtieron en algo habitual en el día a día. Era raro verme sin mi consola a cuestas, solo la dejaba lejos de mis manos en el colegio —y a veces me la llevaba para los torneos que organizábamos en los recreos—. Es difícil encontrar un viaje de los que hacía infancia con mi familia en el que no haya una foto con aquella Game Boy Color o las que le sucedieron. Me acuerdo que durante ese tiempo tenía una rutina nada más llegar del colegio: encendía el ordenador y buscaba las últimas novedades. Para ello consultaba la antigua web oficial de Nintendo y la difunta Pokémon Safari, donde tantos trucos aprendí. Todo ese tiempo me preguntaba quiénes serían aquellas personas que dedicaban parte de su tiempo a informar sobre las novedades de este ocio y cómo podría hacer lo mismo.

Unos pocos años más tarde, con la reciente salida de la Nintendo DS al mercado y el estreno de la conexión WIFI en los productos de Nintendo, quise abrir mis fronteras. Había visto el logotipo de este modo de juego en muchos videojuegos, pero no sabía cómo funcionaba. Busqué en internet al respecto y encontré una nueva página dedicada a las noticias de este mundo. Sin embargo, esta tenía algo especial: ¡tenía un foro de videojuegos! Navegando por ellos comprendí por primera vez las dimensión que tenía este modo de entretenimiento. Éramos cientos de personas hablando para jugar entre nosotros, un cambio de magnitud teniendo en cuenta que hasta entonces solo había podido jugar con mis compañeros de clase y vecinos.

No sé cuánto tiempo estuve participando en ese espacio (¿un año o dos?), pero llegó un momento en el que comentar únicamente no me parecía suficiente, sino que quería la gente entrase a algo creado por mí. Así creé mi primer foro. Con las herramientas que había en internet era fácil hacerlo sin tener ni idea de programación. Cómo podéis imaginar, fue un gran fracaso. Al principio sí que conseguí convencer a usuarios con los que tenía relación virtual que participasen, pero pronto desaparecieron. Era normal, no les ofrecía nada distinto al lugar del que provenían y tenía mucha menos gente.

Esa experiencia me sirvió para aprender. Lo volví a intentar en varias ocasiones, pero los proyectos siempre terminaron de la misma manera: abandonándolos por falta de resultados. Entonces comprendí que quizás la mejor manera para integrarme en el mundo de los videojuegos no era creando foros, sino informando como aquellas personas que tantas veces había leído años atrás. Así toqué por primera vez WordPress, una plataforma que por aquel entonces ya estaba en auge. Creé un blog dedicado a las novedades de Nintendo. Todas las noticias que encontraba las reescribía y las traía. El problema fue que una persona no podía competir con las grandes páginas que ya se habían formado entonces (NGamer, Mundogamer o la misma Meristation ya dominaban la información), por lo que poco a poco fue muriendo.

Un poco más tarde ese mismo año caí enfermo. No fue una enfermedad demasiado grave, pero sí muy larga. Me consumió la energía. Apenas podía moverme y menos aún disfrutar del verano que estaba llegando a España. Nueve meses en cama se hicieron muy largos. Los primeros los pasé jugando a todas las joyas que me había dejado olvidadas de la Nintendo DS (Another Code, Hotel Dusk, Last Window, Zelda Phantom Hourglass…) pero acabé saturado. Cualquier intento por ponerme con un videojuego acababa condenado al abismo, así que cambié de hobby. Me puse a leer, y esta me enamoró. Hasta ese momento la había despreciado, no había sido capaz de leer un libro. Los otros formatos de entretenimiento me parecían mucho más interesantes. Sin embargo, el hecho de descubrir que en aquellas páginas había historias mucho más profundas y desarrolladas que la mayoría de los videojuegos me hizo consumir libros sin parar. ¿Y en qué desembocó esto? En un blog literario, correcto. En cuanto recuperé las energías me puse manos a la obra con el proyecto.

Y aunque os parezca mentira, este sí triunfó —relativamente, claro—. Tuvo una gran base de seguidores, una afluencia constante de comentarios. Es algo de lo que me puedo sentir orgulloso, vaya. Durante los siguientes dos años me concentré totalmente en la lectura, dejando a un lado los videojuegos que tanto me habían dado. Simplemente no me apetecía jugar, sino leer. Hubo doce meses en los que llegué a consumir ochenta y dos libros. El blog crecía y eso me animaba a seguir leyendo. He podido ir a muchos eventos invitado y a varias reuniones que han cambiado la forma de ver la vida. Hasta que hubo algo que hizo que tuviera que volver a interesarme por los videojuegos: el lanzamiento de Pokémon X y Pokémon Y.

Me obsesioné con ellos. Todos los días buscaba información. La saga que tanto me había gustado volvía a la palestra. ¡Incluso me compré una Nintendo 3DS nada más enterarme del anuncio! Poco después descubrí esta página y quise comenzar a colaborar. Notaba como mi pasión por los videojuegos y por Nintendo había vuelto. Ha sido una de las marcas que más me ha acompañado toda mi vida.

A día de hoy mi trabajo lo he conseguido gracias a mi actividad redactora por internet. Por eso digo que si en aquel momento con cinco años no hubiera llegado mi padre con una Game Boy Color probablemente hoy mi vida sería totalmente diferente. Sé que tuvo que ser ese momento en el que aparecieran los videojuegos ante mí, aquel instante en el que algo en mí empezó a hacer clic y a dirigirme hasta mi vida actual. Nunca podré estar suficientemente agradecido a Nintendo por haber influido tanto en cómo es mi vida hoy en día, pero de lo que sí estoy seguro es de que conmigo tendrá un fan para toda la vida, hagan lo que hagan con las siguientes consolas yo ya les debo mucho.

Esta es la historia de como una Game Boy Color cambió una vida. ¿Nos cuentas tu historia con Nintendo?