[Post-impresiones] ‘Pokémon Sol y Luna’… ¿mereció la pena?

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[Post-impresiones] ‘Pokémon Sol y Luna’… ¿mereció la pena?

Pokémon es la saga de videojuegos más exitosa de la historia.

Sé que es extraño empezar así un texto, pero es una realidad que hay que afrontar a la hora de enfrentarse a estos ttulos. Y también soy consciente de que decir esto puede sonar un poco raro teniendo en cuenta que ninguna de sus entregas se encuentran en el top ventas individuales –Wii Sports– ni suman como para conquistar el global -saga Super Mario-, pero lo es.

Lo es porque es el fenómeno nacido en el videojuego de mayor calado transmediático jamás creado. Pokémon ha llegado a la élite no solo del mundo en el que nació; sino también de las series de televisión, las películas, los juegos de cartas intercambiables, los juguetes infantiles, las aplicaciones móviles y un larguísimo etcétera.

Me atrevería a decir que, a día de hoy y sobre todo tras el boom absurdo que ha tenido Pokémon GO, si al menos no has oído hablar de estos monstruos de bolsillo es porque tu maestro te obligó a realizar un retiro espiritual en búsqueda de la paz interior.

Esta repercusión mediática, este pedestal sobre el que se erige el trono pokemaníaco, es lo que hace que cada palabra que se escriba en referencia deba estar especialmente cuidada. No puedes hablar de un rey utilizando vulgarismos al igual que no puedes pasar de puntillas un hito tan controvertido como la salida de un nuevo Pokémon.

Así que vamos a ponernos los guantes de trabajo, a rezar a Arceus un par de padrenuestros y a meternos en faena de una vez.

“Un paso adelante en la historia”

No estamos ante una saga que haya buscado nunca destacar por la complejidad de sus tramas, y eso es un hecho que a muchos nos ha dolido afrontar. Tanto el tono general como el desarrollo de los diálogos en los juegos buscan una amabilidad hacia el receptor que termina por resultar en cierta nota de infantilidad.

Esto siempre me ha parecido curioso, porque luego en el anime y las películas sí que se ofrecen pinceladas de tramas más profundas, oscuras o reflexivas. Y si algo podemos encontrar en Pokémon son temas a tratar. La ecología, la legitimidad del hombre para utilizar la naturaleza a su antojo, hasta dónde se debe empujar la ciencia en el campo de la biología… ya sabéis.

Al final cada vez que coges un nuevo título hay que afrontar que la edad mínima de su público base es la que es. Y si bien no busco traumatizar a los pobres niños que juegan con la única intención de acariciar las sonrosadas mejillas de Pikachu, sí que me decepcionaba que tras la grata sorpresa que me topé en Blanco y Negro los avances se hubieran quedado en agua de borrajas.

En Sol y Luna tenemos un sí pero no. Las conversaciones dicharacheras llenas de rimas -el Team Skull bien podría dejar los Pokémon y pasarse al trap- y las miles de sonrisas -de verdad, en Alola tiene que crecer alguna planta mágica de la felicidad- esconden una trama ilusionante.

Voy a evitar en medida de lo posible los spoilers, así que sólo delinearé los aspectos interesantes y cuando juguéis ya iréis uniendo los puntos.

Encarnando a un chico que acaba de mudarse con su madre desde Kanto, nuestras inverosímiles dotes sociales pronto nos llevarán a emprender aventuras tras ganarnos el favor de un guardián legendario por salvar con nuestro cuerpo desnudo a un indefenso pokémon de una bandada de Spearows.

La desaparición de los gimnasios en pos de unas pruebas de madurez es un cambio mecánico, pero tiene cierto impacto refrescante en el juego. Ese acto de valor que te hizo digno de la Pulsera Z a ojos de Tapu Koko te obliga a buscar quién eres. Te hace salir de tu zona de confort y recorrerte las islas en un coming of age que empezarás como un niño y terminarás como uno de los mejores maestros pokémon de la historia. Ya no es un “Eh, soy un vago y necesito que me rellenes la pokédex, tira p’alante”.

Personalmente opino que podrían haberse hecho mejor, puesto que pocas suponen un reto real y la gran mayoría son simples y extremadamente cortas. La de tipo eléctrico, por ejemplo, es un juego de preguntas y respuestas que podría haber estado divertido de no ser porque es imposible errar la respuesta. La de fuego, pese a estar genial en su diseño artístico, mejor hubiera sido un único combate y prescindido de la parafernalia previa.

“¿Y la parte de los legendarios?”, os preguntaréis. Bien, esta vez viene de la mano de universos paralelos. Un tema muy interesante, pero que termina por hacer como todo en esta saga y pasa dejando un hambre voraz de explicaciones. Sin embargo, el tema de los legendarios tribales, la amistad y el enfrentamiento entre buenos y malos con los ultraentes se las trae.

Se crean pokémon de forma artificial, se torturan otros con fines científicos, se engaña al pueblo de Alola, los hijos de una persona malvada deben luchar entre el amor paterno-filial y lo que creen que es correcto, buscando el significado de bien y mal durante el camino… bastante bien.

Y hablando de esto último, mención especial para la evolución que sufren a lo largo del camino los secundarios principales del juego. Desde el hijo de un Kahuna -una suerte de líder de cada isla- que debe enfrentarse al legado de su familia sin saber si estará a la altura pero se resarce bajo el pensamiento de que estando en paz con uno mismo es posible alcanzar cualquier meta hasta el típico joven frío que se cree superior debido a una infancia cruel pero termina por abrirse al observar que hay cosas que sólo se pueden realizar con la ayuda de gente buena.

En este juego, a diferencia de muchos otros, no existe el maniqueísmo. La línea que separa el bien del mal es muy difusa, y en todo momento se deja claro que todos tienen sus motivos para ser como son. En un momento dado, por ejemplo, escuchas como el boss final dice que no entiende la diferencia entre usar un pokémon con un fin -malvado- y los miles de entrenadores que capturan otros sólo para dejarlos en cajas cuando encuentran mejores luchadores.

He de reconocer que, pese al tono caricaturesco y la poca profundidad, me emocioné con el final. Y eso sólo es posible debido a que por primera vez en estos juegos sentí que formaba parte de un viaje importante. La fiesta final, con su quiero y no puedo en el aparte emotivo y el evento que da paso a los créditos al día siguiente consiguieron hacerse un pequeño hueco en mi curtido corazón.

“El mejor Pokémon para gente que empieza”

El equipo de Game Freak tenía que afrontar la realidad incómoda de que había conseguido realizar un cisma en el grueso de sus fans. Por un lado se encontraban los entrenadores acérrimos, acostumbrados a comprar entrega tras entrega y gastar cantidades indecentes de tiempo en entrenar pequeños stats ininteligibles y abrir huevos. Por otro, estaba la enorme masa de consumidores casuales. Gente que había jugado a los primeros juegos, visto el anime o que simplemente tiene buena imagen de la marca y quiere hablar.

La solución por la que han optado ha sido mostrar todas las virtudes que poco a poco hemos ido acumulando de forma abierta pero con ciertas simplificaciones. Gracias a unos carteles gigantes en medio de las rutas el jugador primerizo o despistado descubrirá el mundo de las IVs, los EVs y la cría. Pero, previendo -o buscando- el aumento de usuarios de estas características, también lo han hecho menos tedioso.

Una vez te pasas el juego, por ejemplo, puedes ver las IV -la forma en la que la genética afecta a los stats base del pokémon- directamente desde el ordenador. El entrenamiento extremo permite modificarlas una vez alcanzado el nivel 100, etc.

Esto supondrá dos impactos en el jugador. El primero mostrará a gran parte del mundo que hace ya tiempo que en este juego se introdujeron temas tan interesantes como el efecto de la genética y el ambiente en el desarrollo del individuo y el segundo hará que los que ya lo sabían se quejen de lo fácil que es ahora.

La tabla de tipos se muestra en pantalla, permitiéndonos saber de forma muy simple si un ataque es muy efectivo o inocuo siempre que nos hayamos enfrentado ya al pokémon en cuestión. También podremos chequear los cambios de estado, los aumentos temporales de estadísticas o los efectos ambientales en combate.

El sistema de hordas ha sido sustituido por uno de ayuda, pudiendo un Pokémon pedir socorro para que otro de su misma raza acuda al combate. El segundo dará un mayor aumento de EV, experiencia y permitirá encadenar intentos en la búsqueda de variocolores. Esto, sumado a un mayor porcentaje de aparición, facilitará un poco las cosas a quienes gusten de practicar la caza de shinys.

Por suerte, todas estas facilidades para novatos acaban derivando en un aumento significativo de la dificultad con respecto a la sexta generación. Tampoco nos encontramos ante un reto frustrante, pero con el repartir experiencia apagado y dejando de lado guías externas podemos encontrar un rival digno. Los picos de dificultad y los retos están colocados de tal forma que, si no el que más, Sol y Luna tienen uno de los nuzlokes más exigentes de la saga. Aún con las constantes curas que se le realizan a tu equipo. Aún pudiendo curar los cambios de estado mediante caricias y mimitos.

Esto es sobre todo por los boost de estadísticas de los pokémon dominantes, la distribución de las rutas, las combinaciones de tipos de los entrenadores a los que nos enfrentamos y los niveles que presentan los mismos. También noté, en cierta manera, una inteligencia artificial un poco más trabajada. Nada espectacular, porque más de una vez he salvado combates porque mi enemigo utilizase chirrido en vez de rematarme, pero sí que parece ser más consciente de la complejidad que tiene actualmente el combate y eso es de agradecer.

Complejidad que va a más con el paso a un lado que se obliga a dar a las megaevoluciones, cuya presencia es circunstancial, para poner el foco en los nuevos movimientos Z. El tener que elegir entre dar a tus pokémon un objeto o permitirles utilizar esta característica, preparar qué ataques quieres que puedan transformarse en movimientos Z y dentro de las batallas decidir cuándo activar la única vez que se te permite por combate puede llegar a ser muy interesante tanto en el juego en sí como en el circuito competitivo.

Además, quizá utilizando lo que han aprendido del Pokkén, las animaciones de estos finisher son -pese a parecerme en ocasiones quizá un poco largas- muy espectaculares. Algo que los jugadores más jóvenes agradecerán seguro.

“Un aparte refrescante en el diseño”

Voy a dedicar una última sección a algo sin lo cual un artículo de Pokémon no podría ser un artículo de Pokémon, pese a que hay mucha gente empeñada en obviarlo: Pokémon.

La séptima generación necesitaba un salto en varios niveles. Nintendo lo sabía, Game Freak lo sabía y nosotros lo pedíamos a gritos. Tenía que ser fresca, traer cierta revolución. A tal efecto los cambios jugables necesitaban ir acompañados de un apartado técnico que exprimiese el que presumiblemente será el último Pokémon original de 3DS.

En cierta manera lo ha conseguido. El movimiento libre y los cambios en cámaras y entorno tanto dentro como fuera del combate dan cierta imagen de avance. Atrás quedaron ya los sprites y las cadenas y a partir de ahora sólo queda soñar con lo que podrá traer esta libertad.

El problema es que era complicado mejorar lo mostrado en la sexta generación con el hardware actual. La solución no ha sido nada negativa, aunque aún se noten ciertos petardeos en 3DS. La división del recorrido en distintas islas permite una separación de zonas más o menos orgánica sin demasiada carga al aparato. Además, en cuestión de lore y diseño es sumamente refrescante.

Las vacaciones que nos tomamos en Alola nos permiten probar muchas cosas como jugadores que simplemente podrían desecharse de no funcionar. Podría decirse que era algo de las islas y ya. Las formas específicas de las criaturas ya conocidas bien podían haber sido solo un añadido tropical, pero parecen haber venido para quedarse, por ejemplo.

Estructurar el desarrollo de manera diferente, plasmado aquí como el peregrinaje insular, abre una puerta enorme de opciones de cara al futuro. El mundo abierto con diversas misiones se siente como el paso natural a tomar. En este caso, por desgracia, probablemente nos encontremos ante el modo historia más pasillero y guiado de todos, pero mucho me temo que eso tenga que ver con la potencia. Las rutas son muy cortas y los espacios en general pequeños y poco poblados en cuanto a PNJ, pero espectaculares. Con mayor libertad a la hora de cambiar eso… quién sabe.

Al centrarse en una temática concreta dibujar las criaturas es más sencillo y mucho menos decepcionante para la mayoría. Cangrejos, palmeras, fantasmas que toman castillos de arena o anclas… las posibilidades eran bastante amplias.

Reconozco que me ha sorprendido. Lycanroc, Palossand y Mimikyu han pasado a ser de mis Pokémon favoritos, y salvo contadas excepciones como el Persian de Alola no ha habido ninguno que me haya decepcionado. Además, el toque exótico del archipiélago ha servido para que muchas combinaciones de tipos disparatadas queden bien, como el planta-dragón de Exeggutor. Si os preguntabais por qué, por cierto, es porque su forma está basada en el Dragon Tree de Hawaii.

El problema es que hay pocos nuevos. Al igual que hay pocos entrenadores distintos. Al igual que algunos rincones de las islas no tienen sentido de diseño alguno, llevando a ninguna parte o creando zonas nuevas para dar tres pasos y tener una escena de vídeo. No estoy seguro de si esto es dejadez, falta de tiempo o problemas de potencia, pero pese a que la ambientación es genial ciertas cosas te sacan completamente y no se deben pasar por alto.

Sin embargo, explorando lo poco que se te permite se encuentran algunos detalles en conversaciones sueltas que sí me gustaron mucho. Como tu madre preguntándote si te gusta alguno de tus acompañantes -insinuando que no le importaría que fueses homosexual- o las cuestiones que plantean algunos viandantes acerca de la vida de los pokémon en cajas y Poké Ball. ¿Estarán conscientes los cientos de años que pueden llegar a pasarse dentro del ordenador?

Conclusión

Con algunas cosas todavía en el tintero, concluyo ya este recopilatorio de impresiones obtenidas tras cien horas de juego, disfrutadas todas y cada una. Quiero decir con esto que, si bien puedo encontrar mil peros que mejorarían la obra, el conjunto de todo lo ofertado es más que excelente.

Dije, con la aparición de Switch, que veía un futuro brillante para esta saga. Me reafirmo. Una vez Game Freak pase a trabajar en exclusiva para esta plataforma, cosa que sucederá de confirmarse los rumores, las opciones son infinitas. Desde mundos abiertos hasta opciones un poco más MMO, todo probado en este título.

Te puedes cansar hasta de la pizza más deliciosa si lo único que haces es masticar bocados ya mordidos. Se desdibuja el sabor, se pierde la textura. Uno de los mayores problemas cuando eres el mejor en algo es creer que tu línea de trabajo es suficiente para seguir así. Y hay ciertos indicios de que Game Freak peca de ello. Por eso tirarles de las orejas no es malo, pese a la enorme cantidad de cosas buenas que ofrece su nueva obra.

Es posible que nunca tenga el Pokémon que quiero, es algo a lo que me tengo que resignar. No encontraré aquí, quizá, la profundidad argumental de un Witcher o la libertad de un Skyrim. Tampoco lo buscan, de momento. Lo único que sé es que, mientras me sigan dando toneladas de carisma y un sistema de combate profundo, mientras Pokémon siga evolucionando lo que Pokémon es, yo seguiré comprando. No tengo mucho que temer.